Si tuviera piel de gato podría caminar en silencio todo el día, guardar la voz para ahogarla en maullidos y de noche jugar a los fantasmas. Si mirar desde el tejado te sostiene, amaría esa detenida altura, y entonces, podría subir con pasos de felina, asirme a las bardas, enredar un pájaro y dejar caer sus plumas a que vuelen juguetonas en tu mirada. Señor del tejado, también aprendería a lamer tus sueños a no ser porque devoraste mis alas.
Escrito por Beatríz Cerecero
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