miércoles, 25 de noviembre de 2015

La Mansión

Te soñé, Mansión. Parecías bella cubierta con el misterioso encanto de un velo negro que decías era elegancia. Lo recorrí y avance por tus pasillos, buscando las razones de tu grandeza. Busqué entre la arquitectura de tus arcos de medio punto y tus muros de piedra duradera, coronada en altas torres. Nada. Fui entonces hasta tus muchas habitaciones queriendo encontrar el arte y el oro, nada, sólo fantasmas quebrados asomándose a cada puerta. ¿Y los diamantes? ¿Y las maravillas? ¿Dónde quedaron? ¿Existieron?

Te soñé, Mansión, y hasta cuidaste de dejarme trazado un poema, pero no me quedé, porque supe a tiempo que si duermo allí la noche, las puertas se cerrarán para siempre y habré de vagar dentro. Desde afuera vi cerrar tus puertas, y no extrañé los tristes semblantes de tus habitantes extraviados, tampoco la mueca de tu figura pavorosa a través de cristales turbios, desplegando una capa untuosa en aleteos monocolor, dispuesta al asalto en horas desprevenidas.

Te soñé mansión, olvidada. Marché lejos entonces hacia los caseríos acomodados en el espacio donde se reúnen árboles y nubes, adornados con melodía de flauta y tambor, el humo de un buen guiso y mujeres encinta. Seguí más adelante todavía, hasta catedrales custodiadas por gigantes tallados en maderas preciosas de cedros del Líbano. Ahí pude, por fin, pasar la noche. 

jueves, 12 de noviembre de 2015

Concert for George [2003]

Espectacular concierto en homenaje a George Harrison. Al principio aparece su viuda, la mexicana Olivia Trinidad encendiendo veladoras mientras acompañan cánticos hindúes. El hijo de ambos toca la guitarra en este concierto, y no es necesario que les diga que es el de la camisa blanca, pues lo reconocerían inmediatamente al verlo ya que el parecido con su padre es notable. En el minuto 2:00:05 se abre un boquete en las leyes del tiempo y el espacio y aparece "While My Guitar Gently Weeps".


miércoles, 21 de octubre de 2015

Día de los Fieles Difuntos


(Foto AP/David von Blohn)
 
México no se parece a ninguno, es único. Tiene tus caballos y tus guitarras si por ahí andan sacándose los corazones. Se bautizó desde hace mucho con lluvia franciscana y en pago rindió sus ídolos de oro.
En un día quieto hasta para los pájaros, cuando el silencio se ha tragado hasta los autos, se escucha todavía algún pregonero en la calle, contándole a gritos al oriente, de la mercancía que lleva vendiendo.
Aquí es México, con sus 4 puntos cardinales trazados sobre códices de amate, que apuntan hacia las direcciones del universo; cuatro juntados para formar en el centro el cinco, que nombra al portal de lo divino, que lleva para arriba o para abajo, adonde ya no pasan los hombres mientras recorren el plano terrenal. Las cruces que ya estaban, la Cruz que acudió.
En esta tierra amable se sabe que la pobreza sirve, es de utilidad, pues enseña a jugar a los niños a ser mayores, se sabe que la riqueza es sólo delirio, carcajada, y el poder locura pasajera. Cada año nuestros muertos nos lo recuerdan, en la fiesta de los vivos para los muertos, que por un día viven, comen y beben, y portando crucifijos vienen fieles a ahuyentar el mal.
Es durante noviembre, a principios, cuando todavía caen algunas lluvias, las últimas, que riegan los camposantos, cuando las ciudades recuerdan su fama palaciega y se ponen a asustar a la gente con leyendas barrocas, y aunque en los pueblos también espantan, pues tienen a sus ánimas propias, preferimos vestir atuendos de adulto y con rostro sobrio ofrecemos a nuestros muertos altares de flores de cempasúchil, amarillas como la luz, redondas como soles, que iluminen los caminos a los fieles difuntos, guiándoles hacia la salida del purgatorio.

sábado, 22 de agosto de 2015

El origen de la radio


«Aquellos locos años 20» se escucha como una melodía pastosa, entre el ruido sobrante dejado por los surcos de aquellos discos de goma que se tocaban en gramófonos. Debo decir que se escucha como una música feliz; te queda una sensación agradable seguir con un bamboleo de cabeza el ritmo bailable de las trompetas, los violines y la pianola entre sacudidas de platillos. Debe ser la post guerra que lanzaba a hombres y mujeres por igual al júbilo de las calles. Te hace imaginar a las mujeres revoloteando sus falditas, a los actores de cine que no se decían nada y los cómics en blanco y negro. El ruido dejado por la aguja al recorrer los surcos del disco te hace saber que se trata de una pieza auténtica de aquella época. Se parece mucho al ruido que nos llega desde el espacio exterior por medio de las ondas de radio. Dicen los científicos que ese ruido que se escucha cuando tratamos de sintonizar alguna estación en nuestro aparato de radio, son ondas electromagnéticas que nos están llegando con varios miles de millones de años de retraso desde que se emitieron por primera vez en algún punto del universo, ondas de radio de la misma manera que hay ondas ultravioleta, infrarrojas, rayos X  o rayos gama, y las cuales caben todas en el llamado espectro electromagnético. Así parece llegar ahora este sonido desde los lejanos y locos años 20, esta vez por un canal llamado Internet, de un hombre llamado Jack Smith que se hiciera popular cantando con voz de barítono y que nos dice susurrando desde el Bronx neoyorquino «♫...las mejores cosas de la vida son gratis ♫».

sábado, 23 de mayo de 2015

Como quien oye llover

Óyeme como quien oye llover, ni atenta ni distraída, pasos leves,

llovizna, agua que es aire, aire que es tiempo,

el día no acaba de irse, la noche no llega todavía,

figuraciones de la niebla al doblar la...

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jueves, 14 de mayo de 2015